A Lucky Bee no le importa enseñar su cuerpo. De hecho, ¡por eso se tatuó la espalda! Así que se sentía muy cómoda tumbada en la camilla de masajes sin más ropa que su tanga. Sabía que estaba coqueteando con su masajista cuando empezó a sacar el culo para él, pero no podía creer su suerte cuando él se dispuso a echar un polvo tabú. ¡Por algo la llaman Abeja Afortunada!