Cuando Mari te suplica que le folles el culo, te das cuenta de que lo dice en serio por su mirada. Nada la hace más feliz que contar cada centímetro de tu polla mientras empala su culo antes de que se la saques de un tirón y la vuelvas a llenar con ella. No disfruta tanto con las corridas faciales, ¡pero está dispuesta a todo por el anal!