Está casi calva (en la cabeza y en los agujeros del culo) y ni siquiera nos molestamos en conseguir su nombre artístico. La llaman la gimnasta porque se pasa el día en la sala de pesas suplicando a los hombres sudorosos que traten su cuerpo como si fuera queso suizo. Fóllate todos los agujeros que encuentres, ¡a ella le encanta!