Si el poder y el dinero son la única receta garantizada para hacer que esa propagación de alto precio se quede HÚMEDA en sus PANTALONES DE SEDA, ¿qué mejor afrodisíaco que el mercado inmobiliario, donde los atrevidos y desvergonzados pueden hacer fortunas en menos tiempo del que se tarda en bajarse la cremallera de un vestidito negro de cóctel o quizá en HACERLE DOBLE PENETRACIÓN a la DAMA HAMBRE DE POLLA?