Cuando empezaron las películas porno, la iluminación no estaba a la altura y las tías buenas tenían pelos alrededor de sus jugosos coños que a veces se te quedaban entre los dientes cuando les hacías un cunnilingus, pero todas eran mujeres de verdad, sin grandes tetas falsas ni coños completamente afeitados con tatuajes por todo el cuerpo, por no mencionar que se pinchaban con piercings en el clítoris y la lengua mientras follaban o se la chupaban.